jueves, 31 de mayo de 2007

Mi tercer ojo


Ésa es mi cámara...
Me permite algo mágico: ver el mundo más bonito de lo que es. Al encuadrar una imagen, puedo eliminar aquello que no me interesa, y puedo resaltar lo que me fascina... aunque muchas veces la realidad, si es que eso existe, es traviesa y se asoma con rebeldía a la foto.
Precisamente eso es lo que también convierte la fotografía en algo especial... que tiene vida propia, que en el momento en que disparas nunca sabes a ciencia cierta cuál va a ser el resultado, que incluso a veces un aparente error desvela algo maravilloso...
Lo que nunca deja de sorprenderme es que, igual que en la vida vista a través de mis otros ojos, aquello que en mí despierta un inusitado interés o una fascinación sublime, a otros les pasa desapercibido o incluso les aburre. En este sentido, tal vez el secreto está en mantener la ilusión que tienen los niños por aprender, en seguir teniendo la capacidad de asombrarnos ante el mundo, en dejar escapar una lágrima de emoción ante una mirada o ante un paisaje sobrecogedor...
Conozco a muy pocas personas que mantengan así el espíritu despierto, y una de ellas fue precisamente mi profesor de fotografía favorito de la Facultad, M.Zuzunaga. Desde este humilde rincón quisiera rendirle un homenaje en nombre de todos los que hemos tenido la suerte de cruzarnos con él en la vida. Es una de esas personas que saben ver lo valioso entre la basura, lo bonito entre la fealdad, la magia dentro de la rutina ensordecedora del día a día... más que mi profesor, fue mi maestro y mi amigo, ¡e incluso me hizo creer que yo podía hacer fotos interesantes! A él le debo mi amor y mi pasión por la fotografía, por el conocimiento y por la vida, que sigue sin dejar de sorprenderme. Todos deberíamos tener la suerte de encontrarnos con alguien así por lo menos una vez en la vida...
¡Gracias, Zuzu!

miércoles, 23 de mayo de 2007

Un momento de felicidad


Tu aliento habita mis noches,
tu historia está escrita en mi piel.
Conozco el olor de todos
y cada uno de los rincones
de tu cuerpo...
y ya están grabados en mi mente,
como los olores de la infancia.
Y aunque mis ojos
te han visto crecer,
aún se sorprenden
ante el hombre que eres hoy.
¡Es tan reconfortante
abrazarte al final del día!
¡Es tan dulce
tenerte dentro!
Nos fundimos queriendo retener
esa sensación de plenitud
que nos brinda la vida.
Cuando somos tú y yo
en un nosotros,
me siento capaz de todo...
y tu sonrisa tras el placer
me dice que sólo
por momentos como éste,
merece la pena vivir.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Nostalgia menorquina


Isla de mis sueños,
cuando siento el mar
rugir bajo tu piel de roca,
adivino deseo de poseerte,
de acariciarte, de comerte...
Te piso con miedo a hacerte daño,
como intuyendo tu vulnerabilidad
a pesar de tu fortaleza,
antigua ya.
Floté en tus aguas
desde el vientre materno
y por mis venas corre
el amor de un exiliado tuyo.
Las lágrimas que lamen mis mejillas
al acordarme de ti
viajarán por mar
y besarán tus playas
con nostalgia y espuma blanca...
Y cuando escuche en el silencio
el viento
cerraré los ojos,
y sentiré tu olor a sal,
a tranquilidad y a palabras susurradas.

lunes, 7 de mayo de 2007

¡Mami!


El Día de la Madre puede que sea un invento comercial, pero sea como sea, nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre las madres que conocemos (la nuestra, la de nuestra pareja, algunas de nosotras...).
Freud (a veces pienso que podría haberse quedado en casita y dejarnos tranquilos con nuestros Edipos, Electras y pulsiones varias) dijo que la mayor parte de los problemas psicológicos de las personas tenían su origen en la relación que habían tenido con sus madres. No con sus padres, que también. Con sus madres.
Esto, a parte de que pueda ser totalmente rebatible y machista, no deja de revelarnos que la madre es una figura que nos marca, para bien y para mal. Este punto, como hija, lo tengo clarísimo y muy asumido... pero como madre reciente, me aterra pensar en esa vertiente negativa de mis funciones. Lo último que querría en este mundo es provocar dolor a mis hijos. Y, sin embargo, sé que ya lo estoy haciendo, al negarles cosas que piden y no pueden ser, al reñirles cuando hacen algo mal... entonces lloran, y cada una de sus lágrimas se clava en mi alma provocándome también a mí ganas de llorar. Pero supongo que ese dolor forma parte de mi tarea: educarles. ¡Qué difícil! Cada día intento ser consciente de que Biel y Nura han llegado a mi vida como personas independientes que un día se irán... por eso creo que mi labor es ir proporcionándoles los recursos (materiales, psicológicos y espirituales) que necesitarán en ese futuro para ser personas autónomas, sanas y con posibilidades de ser felices y buenas.
Durante los embarazos pensaba en esto y me imaginaba que, a través del cordón umbilical, junto con el oxígeno, la sangre y los nutrientes, les enviaba también mis pensamientos y mi amor. ¡Les quise desde que supe que existían!
Podría escribir libros enteros sobre lo que supone para mí ser madre, pero lo racionaré para no abrumar a mis lectores. Por el momento, los días se iluminan con las sonrisas de mis niños y sólo espero que, cuando se vayan, sepan que yo siempre les seguiré queriendo, esté donde esté.