sábado, 19 de febrero de 2011

Gracias, abuela

Sale el sol ahí fuera,
y ante mí duerme
el cuerpecito menudo y desvencijado
de mi abuela centenaria.

Este cuerpo de cristal
está gastado de tanto usarlo,
pero su alma aún es joven,
aún baila Charleston,
aún comprende cosas
que los más jóvenes no entienden.

Hecha un ovillo
en esta cama de hospital,
parece una niña,
la niña que soñaba con unos zapatos de tacón
en aquellos felices años
previos a las bombas y al terror.

Ha vivido mucho,
ha llorado mucho,
pero también ha reído mucho...
y con ella nos hemos reído todos.

Esa es la mejor herencia
que me ha regalado esta abuelita
que ahora sólo quiero proteger:
hay que disfrutar de los buenos momentos,
para poderlos recordar en los malos.

Gracias, abuela, por tu vida,
por tu sonrisa y tu picardía,
por preocuparte por todo, a veces demasiado,
por ser tan lista
y por regalarnos 100 años de ti

Siempre vivirás en mi corazón...
sempre viuràs al meu cor.

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