viernes, 18 de abril de 2008

Agua

La lluvia que caía insistentemente desde hacía unas horas iba dibujando en los cristales del tren un bosque de lágrimas cuyos troncos se inclinaban según la velocidad del viaje. Era una imagen que ella adoraba.
Acercó su mano al cristal que tenía al lado, como queriendo sentir las gotas del otro lado resbalando por su piel sin mojarla. Intentó sentir eso y la húmeda e incipiente neblina que se estaba formando alrededor del tren, pero retiró repentinamente la mano por el frío.
Las casas y los árboles se iban desdibujando hasta que tuvo la sensación de estar dentro de una ilustración de un cuento oscuro, tenebroso y mágico a la vez... un cuento de esos en los que puede suceder cualquier cosa...

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