jueves, 21 de mayo de 2009

Impotencia...


¿Por qué no podemos hacer siempre lo que queremos hacer? No hablo de libertad egoísta, sino de decisiones tomadas a conciencia...
Siento una enorme impotencia cuando una alumna de 17 años me cuenta entre lágrimas el calvario que está sufriendo en casa... maltrato físico y psicológico, lo justifiquen como lo justifiquen. Como profesora, me está vedada cualquier actuación que vaya más allá de escucharla y aconsejarla, y aún haciendo sólo eso, tengo que aguantar malas caras de algunos de mis compañeros de profesión... representa que no debemos implicarnos, que no debemos creer a nuestros alumnos la mayoría de las veces, que debemos mantener las distancias y las jerarquías. Yo creo que, en muchas ocasiones, se puede hacer mucho más de lo que se dice y no se hace por cobardía o por comodidad. Yo no puedo solucionarle la vida, e incluso creo que es una lección para ella aprender a solucionarla ella sola, pero si pensamos en nosotros mismos a los 17 años... ¿no hubiéramos necesitado más de una vez una mano amiga? ¿No nos hubiera gustado poder contar nuestros conflictos internos a alguien que no lo usara en nuestra contra?
A veces, sólo con que alguien nos permita llorar y no nos considere menos fuertes por ello; sólo con que alguien nos recuerde que somos valiosos cuando no queremos sino desaparecer de la faz de la tierra... sólo con eso, conseguimos tomar impulso desde lo más hondo del pozo y subir un poquito.
Intento hacer eso. Pero sigo sintiéndome impotente, porque los parámetros del mundo educativo aún están anclados en las jerarquías "porque sí" y en la figura del profesor como un mero "transmisor" de conocimientos teóricos. Me gustaría pensar que también estamos para acompañar a nuestros alumnos en un aprendizaje global, que abarca todas las esferas de la vida.

Es difícil, pero nadie dijo que no lo fuera.

Me gustan las cosas difíciles.